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Descanso y mujer

famara¿Cuántas veces has sentido que necesitabas descansar y te lo has permitido?

Cuando hablamos de descansar, no nos referimos a hacer una paradita en el trabajo y salir a tomar el fresco. Se trata de tomarte uno o varios días libres, en los que hayas favorecido el descanso activo. Días en los que desconectar realmente y sacar al cerebro de sus pensamientos habituales y darle al cuerpo otras experiencias distintas.

Sin estos periodos de descanso, estaremos mermando nuestra motivación, creatividad, ilusión, e incluso la generación de nuevas ideas que recarguen de energía nuestro día a día.

Darle importancia a nuestro esparcimiento, a nuestro disfrute es uno de los factores que nos mantienen en equilibrio y nos orientan a una vida sana y feliz.

Sin embargo, el ritmo de vida que llevamos y, en gran medida, nuestras creencias acerca del esfuerzo, el sacrificio y nuestro rol en la vida, hacen que retrasemos dicho descanso e incluso nos lo lleguemos a negar. Especialmente en las mujeres hay una tendencia a posponer nuestras necesidades a las de las demás personas de nuestro entorno y a justificarlo como que nosotras no lo necesitamos tanto. ¿Es eso cierto? ¿No lo necesitamos tanto como nuestros maridos, hijos e hijas, y familiares a cargo? La realidad es que lo necesitamos tanto o más, y estando bien, sanas, contentas, y con ganas, estamos contribuyendo a nuestro bienestar y al de las personas que nos quieren.

¿Sabías que los nervios y el despertar sin motivo son los principales motivos que quitan el sueño a las mujeres? Según estudios recientes sobre hábitos de vida saludable y bienestar en la mujer, nuestro sueño se ve altamente afectado por el estrés, los nervios y las preocupaciones, siendo la principal causa de mal descanso por las noches.

Para poder reducir dichas causas, es necesario concederse espacios de distracción, de relajación y de cambio de rutinas que permitan liberar la mente, quitar presión y cambiar el ritmo al que estamos acostumbradas a vivir en el día a día. Esto no quiere decir “no hacer nada”, ya que no consiste en detener el ritmo radicalmente sino en sustituir las actividades diarias por otras más placenteras y escogidas, y con ritmos distintos, más pausados. Además, el “no hacer nada” puede conducirnos al aburrimiento y estresarnos aún más, por lo que tampoco es recomendable.

¿Te animas a cuidarte un poco más y a concederte esos momentos de respiro y recarga de energía?

 Área Psicosocial de Asociación Progestión

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