Desde nuestro proyecto Allende Valladolid, queremos compartir una serie de testimonios de personas migrantes. En esta ocasión compartimos el testimonio de V.A, de 38 años, cuyo país de origen es Senegal y que nos cuenta lo que es sufrir un conflicto armado.
“Sí, he vivido en mi propia carne un conflicto armado. En el sur de Senegal, cuando yo tenía entre 10 y 15 años. Fue una experiencia horrible… horrible. Teníamos toque de queda, una hora en la que toda la familia tenía que estar dentro de casa, no se podía salir, ni siquiera los padres o madres. Los rebeldes disparaban hacia arriba, balas perdidas como le decíamos… y a quién le tocaba pues te morías… Si te cogían paseando por la calle pues tu familia no te volvía a ver…
Han robado tiendas y han obligado a sus propietarios a cargar la mercancía en la espalda o en la cabeza y ellos detrás apuntándoles con un arma hasta salir del pueblo. A algunos les dejaban volver, pero otros no volvían.
He conocido vecinos y vecinas… amigas que le amputaron la pierna por culpa de las minas que los rebeldes dejaban. Gente que ha perdido a su familia. Yo, gracias a dios, en este conflicto no perdí a nadie. Pero vi familias enteras destrozadas.
No se podía viajar. Nosotros vivíamos en el sur, la capital estaba a unos 450kilómetros y para llegar teníamos dos opciones, por barco o por carretera. Viajar por carretera suponía que pudieran asaltarte el coche los rebeldes, incluso te podían matar para robarte el coche y lo que llevaras encima si te resistías. A veces, el conductor del autobús decidía no parar y entonces los rebeldes empezaban a disparar, con la posibilidad de que si ibas en el autobús te alcanzara una bala perdida.
Fue horrible… dejando muertos y muertos… y minas… Muchos militares murieron en este conflicto. No se podía dormir tranquila por el sonido de las balas y las bombas. Les mirábamos, agachados, desde una de las ventanas de mi casa que daba a la carretera. Veíamos como desfilaban, se reían, disparaban… algunos incluso bailaban.
Las familias que tenían un hijo militar, como era la mía, no podíamos decirlo. Si los rebeldes se hubieran enterado de que mi hermano era militar se lo habrían llevado para maltratarle hasta la muerte. Todos vivíamos con miedo.
En mi casa, la cocina estaba fuera, y una tarde se nos olvidó coger la comida antes del toque de queda. Mi madre tenía pánico, y le dije que yo iría a cogerla. Cuando salí a por la olla me encontré con un señor de frente, armado hasta los dientes, y me preguntó: “Tú, ¿qué haces?”, le respondí que había salido solamente a por la comida, a lo que me respondió “¿No sabes que no se puede salir a esta hora?”, le dije que era la cena y me dijo, con tono amenazante “Anda, que no se vuelva a repetir”. Yo me fui corriendo a casa, entré temblando y cerré la puerta. El señor siguió disparando hacia arriba. Fue horroroso. Pasé mucho miedo durante este conflicto”.
El proyecto Allende Valladolid, tiene como finalidad contribuir a dar visibilidad a las situaciones de discriminación y las estrategias de empoderamiento de las personas migrantes que viven en nuestro país. Este proyecto es financiado por el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, contando también con la colaboración de la Diputación de Valladolid, con el que seguiremos trabajando por una convivencia diversa y por una sociedad plural e intercultural.