Muchos opinarán que el feminismo hoy en día, en sociedades como la nuestra, es un anacronismo. Que ya está todo hecho en la reivindicación de los derechos de las mujeres.
Pero si algo quedó claro en la primera sesión de las Jornadas “Violencias contra las mujeres” celebradas ayer en el ICAM fue la pertinencia del título que llevan: todas las ponentes coincidieron al asegurar que la violencia contra las mujeres es una realidad en todos los países del mundo, tanto en los pobres como en los ricos, y que se ejerce de innumerables formas y en diferentes ámbitos de la vida: desde el familiar hasta el laboral, pasando por el sistema de salud o el negocio del sexo.
Unanimidad también, entre las participantes, en torno a la respuesta que se da a esta violencia por parte de la Justicia: la legislación, en ocasiones, no está a la altura de las circunstancias y, en la mayor parte de los casos, es insuficiente si no va acompañada de una sensibilización y una educación por parte de la sociedad. Sirva como ejemplo para ilustrar esta falta de interés por los asuntos de la mujer la representación masculina en el salón de actos de estas jornadas: de 54 asistentes, sólo 3 eran hombres.
Inmigración
“La mujer inmigrante es doblemente vulnerable por su condición de mujer y de extranjera”, aseguró Virginia Parra, presidenta de la APAEM. Coincidió en este análisis Isabel Teruel, abogada de Progestión, quien afirmó que las mujeres extranjeras sufren una mayor precariedad laboral que las españolas porque sus trabajos están peor remunerados, y a esto hay que añadir la invisibilidad de su situación, ya que la mayoría trabaja en el servicio doméstico y, por lo tanto, todo queda en casa. En este sentido, reclamó un «mayor control de las condiciones laborales de estas mujeres por parte de los poderes públicos» y una «mayor concienciación por parte de los empleadores». En muchos casos no están dadas de alta en la Seguridad Social, pero no se atreven a reclamar sus derechos por miedo: miedo a ser expulsadas si no tienen papeles, miedo a no poder renovar el permiso de residencia y trabajo en caso de tenerlos. Miedo a perder el empleo y miedo a las autoridades e instituciones públicas. El miedo es una constante en todos los casos expuestos.
Salud
La violencia obstétrica es un concepto poco conocido por la sociedad española, pero se encuentra recogido en la legislación de países como Venezuela, Argentina o México. Ibone Olza (psiquiatra) y Francisca Fernández (abogada), integrantes de El Parto es nuestro, denunciaron “una normalización del maltrato en el parto” en nuestro país. “Hay una legión de mujeres que entran sanas al paritorio y salen traumatizadas, con muchas secuelas físicas y psicológicas”, aseguró Ibone. Afirman que hay una “medicalización extrema, un abuso de cesáreas y de episiotomías»… y una serie de prácticas innecesarias y hasta peligrosas como «parir atadas, soportar tactos vaginales innecesarios, separarse sin razón de sus bebés recién nacidos, recibir empujones en el abdomen para acelerar el parto, negarles el agua, la compañía, la intimidad, faltarles al respeto…». Aseguran que las mujeres que han sufrido partos traumáticos a menudo utilizan el mismo lenguaje que las que han sufrido violaciones.
Trata
Amalia Fernández, presidenta de Themis, se quejó de la «extrañeza» con la que reciben los jueces y fiscales los casos de trata de mujeres y cree que si escuchasen los relatos de esas personas cambiaría mucho su forma de enfrentarse a esta realidad. Por su parte, Eva Sancha, abogada de Proyecto Esperanza, aseguró que en materia legislativa “todo lo que funciona en otros procedimientos no funciona con la trata de mujeres. Hay más sentencias absolutorias que condenatorias” debido a la dificultad de probar el delito porque “depende absolutamente del testimonio de la víctima”. Reclamó urgentemente una nueva ley de protección de testigos alegando que la actual es insuficiente y que, además, “no se toma en serio”. Por último, Mariano Callejas, responsable del Servicio de Orientación Jurídica de Extranjería del Ayuntamiento de Madrid, denunció la banalización que se hace de este problema en los medios de comunicación por parte de algunos tertulianos que quieren mostrar la prostitución como una elección laboral más de la mujer.
Para terminar este triste repaso, os dejamos un vídeo que se proyectó en la sala. Lo realizó Médicos Sin Fronteras para alertar sobre la violencia sexual contra las migrantes. En el minuto 3 podéis escuchar el testimonio escalofriante de Alice, una congoleña que huyó de la guerra de su país: Violencia sexual y migración
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